Tú y yo somos extremadamente importantes. Se necesita gente pequeña, haciendo cosas pequeñas.
En realidad, es lo que mas se necesita: mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas…
Tenemos la creencia general de que aquello que no trasciende no es importante; que en nuestra individualidad somos demasiado limitados y que la mayoría de nosotros no tenemos ninguna capacidad para cambiar nada o, si acaso, muy poco.
A lo largo de la historia ha habido grandes hombres, mentes brillantes y líderes que sacudieron consciencias. Los admiramos. Unos revolucionaron la ciencia, otros, el arte, otros modificaron el curso de los acontecimientos o incluso rompieron paradigmas obsoletos. No tengo ni idea de que les llevo a atreverse, pero dudo que en ese momento fueran conscientes de las consecuencias de sus “locuras”.
Sabemos que Colón, por muy chico listo que fuese, ni llego, ni habría podido llegar solo, hasta América.
Por muy buenos que fuesen los arquitectos que diseñaron las pirámides de Egipto, estas no existirían de no haber contado con trabajadores que acarreasen y levantasen las piedras hasta hacerlas realidad. (Por cierto, quienes las construyeron no eran esclavos)
Protestamos por aquello que no nos gusta. Hemos hecho de la queja una costumbre… Pero nos sentimos tan ridículamente insignificantes, que damos por sentado que nuestros actos no puedan representar cambio alguno, así que, simplemente, no hacemos nada.
Así no se va a ninguna parte.
Seria fantástico tener una varita mágica y que se pudiese hacer algo grande que representara un cambio. No la hay. Tal vez la gente pequeña no tengamos grandes ideas, ni seamos el motor de los grandes cambios, pero sin nosotros nada es posible. Recuerda siempre que los «mediocres», los no llamados a pasar a la historia, somos más. Y que casi todo depende de nosotros en realidad. Un Martin Luther King, un Nelson Mandela o un Mahatma Ghandi no habrían hecho nada sin gente que escuchase sus palabras y les apoyase. Somos nosotros quienes construimos, quienes tenemos capacidad para hacer que las cosas sucedan.
Seguro que, como yo, deseas que haya paz en el mundo (es mi momento “Miss Universo”) pero recuerda que sin la participación de la gente pequeña, ningún gobierno de ningún país, podría invadir a nadie. ¿No te parece mucho más genial ahora ser pequeño?
No olvidemos que tenemos un poder inmenso, así que no dejemos de aportar porque en realidad somos nosotros, los pequeños, los que hacemos que cualquier cosa sea posible.
Piensa un poco… Eres muy importante. Seguro que aportas, hagas lo que hagas; y si además pones atención en hacerlo mejor, estarás aportando aun mucho más de lo que imaginas.
Desde el que cultivó las alubias que cargaron en la bodega, pasando por quienes trenzaron las maromas, o el chico que barría el astillero donde se construyeron las tres Carabelas, hicieron posible el descubrimiento de otro continente. Seguramente, no lo vieron así, y mucho menos imaginaron que, más de quinientos años después, alguien iba a acordarse de ellos.
Nada de lo que hagas es pequeño, porque sin ti, nada importante sería posible.
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