Rara felicitación navideña
Hay miles de artículos que hablan de relaciones tóxicas. La pregunta tal vez sea por qué algunas relaciones nacen o se transforman en tóxicas. Puede que haya encontrado algún posible motivo. No, no voy a descubrir vida en Júpiter ni la cuadratura del círculo, sino a compartir alguna de mis apreciaciones. Nada que no haya pensado antes, es verdad solo que esta vez traigo una prueba. (Ver vídeo al final)
La raíz fundamental del conflicto entre personas creo que está en la forma en que el ser humano y el entorno en el que vive ha ido evolucionando. La premisa fundamental de cualquier sociedad «evolucionada» es competir. Eso nos ha vuelto desconfiados y fieros. Respondemos con agresividad, incluso sin provocación explícita. Defendemos nuestro pequeño espacio vital con garras afiladas, no vaya a ser que por no mostrarlas a tiempo y enseñar los dientes, vayan a pensar que somos débiles. Tal vez estemos cometiendo un error de bulto. La humanidad entera… Sí, unos más que otros, pero del que nadie se libra.
Tal vez tú te hayas planteado en alguna ocasión mostrarte sin defensas: «Ser amor», como suele decirse. Y lo más probable es que hayas quedado decepcionado, lastimado e incluso hayas buscado un rincón y afilado tus uñas para que no te volviese a ocurrir.
El mundo es hostil con demasiada frecuencia. Recelamos. Lo hacemos con tanta frecuencia que ya ni siquiera somos conscientes de que lo hacemos. Eso agota a cualquiera. Y así estamos… Cada uno con sus pequeñas o grandes taras, cubiertos de cicatrices y de corazas.
Estaba reacia a la Navidad hasta que he decidido sacudirme todo lo negativo que me hubiera llevado a ese estado de ostracismo.
No es que la Navidad tenga que ser distinta al resto del año, pero si que es verdad que solemos tender en estas fechas a estar más dispuestos a bajar la guardia. Y la he bajado…
El auténtico espíritu de la Navidad permanece en el fondo de nosotros, aunque esté cubierto de ramitas de muérdago, compras apresuradas, comidas indigestas, árboles llenos de bolas de colores y paquetes cubriendo el suelo. Arrinconado, callado, apenas visible entre lazos rojos, papeles dorados y espumillón, sigue estando lo fundamental: Ese espíritu navideño que nos invita a amar un poco más y temer un poco menos.
Te invito a ver el vídeo detonante de esta reflexión navideña. Como verás no tiene nada que ver, pero los detonantes mentales y los emocionales son así: imprevisibles y mágicos…
Seguiré confiando en que el proceso de «involución» del ser humano no sea irreversible. No añadiré nada más. Que cada cual saque sus conclusiones si es que las encuentra.
Ah, y… ¡Feliz Navidad!
(Lo sé, trece minutos son muchos, pero creo sinceramente que valen la pena)
Comentarios recientes