Tenía que decirlo

antiviolación

Todo el país está informado de lo ocurrido, del desarrollo y la sentencia en el juicio de «La Manada». Y claro, cada cual tiene su opinión, pero he de decir que he leído todo lo que ha llegado a mis manos y que me he encontrado con auténticas barbaridades.
No, no soy jurista así que no voy a cuestionar si la sentencia se atiene a ley o no, pero lo cierto es que aquí tenemos dos problemas, para empezar.
En primer lugar, me pregunto cómo teniendo un idioma tan rico, claro y con tantos recursos lingüísticos podemos acabar llamando abuso o agresión a un hecho de esta envergadura. A mi juicio hay hechos probados que dan pie a pensar que el término de violación sería más que adecuado en el caso que nos ocupa, pero claro, yo no soy juez…

En segundo lugar considero que si en un caso como este, con vídeos y conversaciones que dejan claras las intenciones (y reincidencia) de los acusados, no queda probado el objetivo y la premeditación, tenemos un problema, porque difícilmente en un caso cualquiera de violación podrán presentarse pruebas tan contundentes, ya que lo más probable es que la víctima de una violación no tenga nada de eso para respaldar su denuncia y demostrar que lo denunciado ha ocurrido como dice.

En otro orden de cosas me preocupa que nuestra sensación como mujeres sea de vulnerabilidad e indefensión y que además haya llegado a tal grado que no nos sintamos amparadas por las leyes.

He recibido algún mensaje informándome de que se están organizando grupos de mujeres «vigilantes» con el fin de protegernos entre nosotras, para hacer cursos de autodefensa y generar códigos o sistemas de algún tipo para cuidarnos entre nosotras. Me parece bien y al mismo tiempo me parece una locura. ¿Defendernos entre nosotras ante el evidente desamparo que sentimos? ¿No es esto muy preocupante?

¡Si esto no es un puñetero problema no sé ya qué lo es!

Digo yo que esas propuestas valen como parche temporal, pero que habrá que cambiar las leyes, endurecer las penas y resolver esto de manera profunda e inequívoca a nivel estatal.

Lo de las polémicas valoraciones del juez Ricardo Gonzalez ya de por sí es para echarse a temblar y no añadiré nada a este respecto porque todo lo ocurrido puede leerse en cualquier periódico.

Llegados a este punto la idea de organizarnos entre nosotras no me parece ningún despropósito pero, ¿como puedo auto-defenderme frente a tres, cuatro o cinco tipos del tamaño de armarios roperos o incluso alfeñiques en superioridad numérica?

En Twitter se ha creado el hanstag #Cuéntalo y si leéis unos cuantos es para echarse a llorar. O para salir a la calle armadas hasta los dientes, que yo ya no sé. También proliferan los tuits con el #NoEsNo , que a mi juicio, si bien es interesante como propuesta, se queda muy corto porque ¿Qué pasa entonces si me han drogado o estoy en estado de embriaguez o incluso de inconsciencia? ¿Soy entonces la responsable de lo que ocurra por no haber verbalizado de manera clara y contundente mi negativa? Creo que tenemos que ir más allá y dejar claro que #SóloSíesSí y sólo si expreso de forma inequívoca mi consentimiento para mantener relaciones lo hay; de no ser así no existe ese consentimiento. Es más, si incluso si habiendo dicho «Sí», en algún momento decido no seguir adelante estoy en mi derecho de denegarlo. A mi modo de ver esto es de cajón y debería prestarse a pocas interpretaciones.

Se ha puesto en duda también la intención de la agredida al denunciar los hechos e incluso se ha dado a entender que todo fue de buen rollo y en plan disfrute y que sólo después de haber recapacitado por las posibles consecuencias de la difusión del vídeo en las redes sociales es cuando se vino atrás y decidió darse por violada…
A ver, que alguien me lo explique porque debo ser muy tonta: Si todos lo pasaron genial y ella disfrutó como la que más de aquel jolgorio (que no se yo de que clase de jolgorios suele disfrutar su señoría para valorar los hechos en esos términos), si todo fue chachi y molón, me pregunto por qué no se fueron luego todos juntos de copas o se dieron sus teléfonos por si les apetecía repetir jolgorio o por qué le quitaron el teléfono a ella si el ambiente fue tan festivo distendido y de buen rollito. Igual es que me pregunto cosas muy raras porque nunca he disfrutado de un jolgorio en condiciones. Por suerte, claro.

Me importa un cuerno que estos lobos sean unos benditos en su casa, que sean hijos amantísimos o vecinos modélicos que dan los buenos días o suban la bolsa de la compra a sus vecinas. ¿Cuántas veces hemos sabido de verdaderos monstruos de los que nadie sospechaba? No afirmo que estos sean una cosa u otra sino que ese argumento no es suficiente, como no debería serlo que una mujer viva su vida o su sexualidad como le parezca sin que eso menoscabe su credibilidad en el caso de ser violada.

Lo ocurrido es para echarse a temblar sólo de pensarlo. Seguir poniendo el acento en la víctima y cuestionándola o ponerle detectives para argumentar que «hace vida normal» y que como no se ha tirado a las vías del tren o se ha cortado las venas no existe el trauma es no tener ni la más puñetera idea de que los supervivientes de cualquier hecho traumático pueden reaccionar de mil maneras diferentes sin que puedan o deban ser cuestionados por la manera en que intenten sobrevivir a ello.
A mi modo de ver y al de muchas mujeres, ella ha sufrido una segunda violación y esta vez por parte de señores togados que no han hecho un buen trabajo y de unas leyes que, a todas luces, son tremendamente laxas, difusas e insuficientes en el caso de que lo ocurrido responda a la premisa de que no se podía hacer más dentro de los parámetros jurídicos.

O esto cambia o proliferarán las manadas. Y no quiero pensar que haremos entonces las mujeres… Porque sé que muchas ya han empezado a organizarse.

Acerca de toyallabata

No sé si importa demasiado quién soy, pero si acaso diré que soy una persona inquieta y con ganas de comunicar. Me preparé para ser Decoradora de interiores y ejercí como tal durante unos años. Luego la vida se complicó un poco. Tres hijas, aún pequeñas entonces, un marido que viajaba continuamente y un cambio de ciudad complicaron la vuelta al mundo laboral. En algún momento decidí intentar reinventarme y en ello sigo. Estoy aquí por mi necesidad insaciable de comunicarme, de expresarme y de compartir ideas. Y porque adoro escribir, pero no solo de cuentos e historias vive el hombre.

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