Las cosas no siempre ocurren como teníamos previstas. Admitámoslo, la vida está llena de acontecimientos que no habríamos podido imaginar siquiera y hemos de aprender a adaptarnos y a vivir con ello. Y no, a veces no es nada fácil encajar las consecuencias que provocan esos imprevistos, pero en cualquier caso ten claro que, si todo lo que te ocurre, importa, es más importante aún lo que haces con ello
¿Eres de los que deseas conseguir alcanzar tus metas, sin importar nada más? ¿Tu satisfacción o ese pequeño triunfo vale cualquier precio?
Esta historia me ha parecido maravillosa, porque así es la gente que me gusta: la que cuando es necesario, se olvida de todo lo que hasta ese momento le parecía muy importante. La que es incapaz de hacer oídos sordos a quien pide ayuda o de mirar hacia otro lado.
No sé quién ganó la competición, pero hay otro ganador. En esta historia lo tengo claro, y son dos.
En el deporte —como en la vida— no todo es como aparenta. A veces no se trata de triunfar, y esta historia es una muestra de ello.
Se realizó una competición de atletismo en Michigan, EE.UU., en el que Boden Fuchs, de 9 años, quedó rezagado nada más comenzar la carrera, entonces el niño se acercó a Miles Kerr, a quien sin conocerle le dijo: «¿Señor, haría el favor de correr conmigo?».
Kerr, un infante de marina, que también participaba en la prueba e iba uniformado con sus botas, su pesada mochila y pantalón reglamentario, no se lo pensó dos veces para dejar de lado sus deseos de ganar la competición y decidió recorrer el resto de kilómetros junto al niño.
El marine, de 19 años, terminó en último lugar en su categoría.
«Yo solo hice lo que cualquier hombre haría», dijo después Kerr a través de su cuenta de Twitter.
A veces, el que primero alcanza la meta no es el vencedor ¿verdad?
Mil gracias a María Montañes, la persona que me hizo llegar esta historia.
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