Anoche hablaba con dos amigas mientras tomamos un vino y charlábamos de lo humano y lo divino. Las dos pasan por un mal momento. O tal vez debería decir las tres. Cada cual a su modo, claro. Tal vez caer muchas veces puede ser una especie de ventaja en estas cosas. O no… No me gustan las palabras grandilocuentes. Ni «nunca» ni «siempre» están entre mis favoritas.
Escribo esto porque se me agolpan las preguntas y necesito razones; respuestas. Y porque sé que no las hay… Así que escribo sobre todo por conjurar viejos fantasmas y demonios, propios o ajenos; por quienes están en un punto de fragilidad perversa; un punto de oscuridad tal, que la luz ya no parece que encuentre rendijas para colarse.
Alguien cercano ha apagado su luz hoy. Definitivamente. No la encontraba ya… Y me siento fatalmente triste y sólo se me ocurre ponerme a escribir esto que no sé si es un despropósito, pero lo hago porque nada envenena más la sangre y el alma que aquello que querríamos decir y callamos. Y escribo por si a alguien le puede ayudar saber que, aunque cuando estás en un túnel oscuro, poco importan las manos ni las buenas voluntades, son necesarias. Imprescindibles. Y que, aún así, o sales o no sales… Por ti; por tus medios. Y que si no lo logras, nadie debe sentirse cómplice de ese «fracaso», o culpable, que es una palabra cargada de matices que no me gustan.
Las ayudas externas son imprescindibles siempre pero lamentablemente, algunas veces, insuficientes. Y no se trata de que no lo hayas hecho bien, ni de que no hayas logrado tocar la tecla o el resorte oportuno para evitar el fatal desenlace. No puedes pensar que podrías haber hecho más, que no entendiste la gravedad de la situación, que podrías haberlo hecho mejor; o de otro modo… No, tú no has fallado. Lo intentaste pero no lo lograste. No es que no hayas dado con el registro adecuado. Simplemente no lo había.
En lo primero que he pensado es en quienes sé que están frágiles… y en estos versos de Benedetti.
Cuidaos. Tenéis un tiempo aquí y gente que os quiere. No os rindáis.
No te rindas – Mario Benedetti
No te rindas, aun estas a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.
Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.
Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos,
No te rindas por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque cada día es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estas sola,
porque yo te quiero.
In memoriam M. R. V.
Descansa en paz.
Impresionante Toya… llegas muy, muy adentro…
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Seguiré esperando, aunque sé que esperar es morir.
Acaso un milagro??? .no sé
Ni me importa.
Donde está escrito el tiempo que falta o que sobra.
Esperar????????????…………..eternamente, entre medio ausencia.
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No te conozco ni se nada de ti. No soy psicóloga ni consejera. Sólo puedo decirte que no tengo respuestas para tus preguntas. Tampoco para las mías cuando se presentan. Sólo puedo decirte que hay muchas cosas que no nos enseñaron, pero que las respuestas, de haberlas, son personales e intransferibles. Que nadie encuentra si busca en el lugar equivocado…
Sólo tú puedes responderte. Suerte
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